La gestión de riesgos en las empresas es esencial para garantizar la sostenibilidad y el éxito a largo plazo, pues en un entorno empresarial en constante cambio y lleno de incertidumbres, identificar, evaluar y gestionar riesgos permite a las organizaciones prevenir posibles obstáculos y capitalizar oportunidades.
Para ello es necesario saber elegir el tipo de estrategia de gestión de riesgo que mejor se adapte a la empresa y su perfil como inversor, actuando como un escudo que permita minimizar pérdidas potenciales.
No obstante, la gestión de riesgos es una actividad continua que debe ser parte integral de la toma de decisiones en cualquier organización, que a menudo suele combinar varias estrategias, con base en un análisis minucioso de datos, juicios y experiencias.
Veamos cuáles son los 9 tipos de estrategias de gestión de riesgo que existen.
¿Qué son estrategias de gestión de riesgos?
Las estrategias de gestión de riesgo son métodos o enfoques adoptados por las organizaciones para identificar, evaluar y abordar los riesgos asociados a sus operaciones y objetivos. Estas estrategias tienen el objetivo de minimizar o mitigar las amenazas potenciales, maximizar las oportunidades, y garantizar que los riesgos se manejen de manera proactiva y sistemática.
9 Tipos de estrategias de gestión de riegos
La gestión de riesgos es una parte fundamental de cualquier plan de negocio o proyecto, ya que permite a las organizaciones anticiparse a eventos adversos y prepararse para minimizar su impacto.
Entre los tipos de estrategias de gestión de riesgo se encuentran los siguientes:
1. Estrategia de evitar el riego
La estrategia de evitar el riesgo es uno de los enfoques fundamentales en la gestión de riesgos, que consiste en eliminar completamente la exposición a un riesgo específico, especialmente, si una actividad, inversión o decisión tiene un alto riesgo de convertirse en un potencial daño o pérdida para la organización, por ende, se opta por no proceder con ella.
Por ejemplo, si una empresa considera que invertir en un mercado particular presenta riesgos políticos o financieros excesivos, puede decidir no entrar en ese mercado para evitar las potenciales consecuencias negativas.
Si bien esta estrategia puede parecer conservadora, en muchos casos, es la decisión más prudente para proteger los activos y la reputación de una organización; sin embargo, al evitar ciertos riesgos, las empresas también pueden perder oportunidades potenciales.
2. Estrategia de trasferencia del riesgo
La estrategia de transferencia del riesgo es un enfoque clave en la gestión de riesgos que se basa en delegar la responsabilidad o el potencial impacto de un riesgo a una tercera parte, uno de los métodos más comunes de transferencia de riesgo es la adquisición de seguros.
Al asegurar un activo, una empresa transfiere el riesgo financiero asociado con ese activo a la compañía aseguradora, si ocurre un evento adverso, como un desastre natural o un accidente, la compañía de seguros cubrirá las pérdidas financieras, según lo estipulado en la póliza.
Otro método de transferencia podría ser mediante contratos, donde se establecen cláusulas que definen qué parte asume responsabilidades específicas. Aunque la transferencia de riesgo puede reducir la exposición directa, es esencial entender que no elimina completamente el riesgo; simplemente coloca parte de la responsabilidad en otros.
3. Estrategia de mitigación del riesgo
La estrategia de mitigación del riesgo se refiere al proceso de planificación y ejecución de acciones destinadas a disminuir la probabilidad de que ocurra un evento adverso o reducir su potencial impacto; en lugar de evitar o transferir el riesgo por completo, esta estrategia se centra en la implementación de medidas que atenúen directamente sus efectos.
Por ejemplo, en una empresa de fabricación, se podrían implementar protocolos y capacitaciones de seguridad para disminuir el riesgo de accidentes laborales. En el ámbito financiero, la diversificación de inversiones es una forma de mitigar los riesgos asociados a la fluctuación de un activo específico.
4. Estrategia de aceptación del riesgo
La estrategia de aceptación del riesgo implica reconocer y admitir conscientemente la existencia de un riesgo específico sin tomar medidas inmediatas para evitarlo, transferirlo o mitigarlo.
Las organizaciones, tras evaluar ciertos riesgos, pueden determinar que la mejor acción es simplemente aceptarlos, ya sea porque los costos de gestión son demasiado elevados o porque el riesgo en sí presenta una oportunidad potencial de recompensa.
Con este enfoque, es fundamental contar con un plan de contingencia bien estructurado, preparando a la entidad para responder adecuadamente si el riesgo se materializa; la aceptación del riesgo no significa negligencia, sino una decisión informada y deliberada basada en el análisis detallado del panorama general.
5. Estrategia de diversificación del riesgo
La estrategia de diversificación del riesgo es un enfoque que busca diversificar las inversiones o actividades para reducir la vulnerabilidad frente a eventos adversos, es decir, al “no poner todos los huevos en una sola canasta“, las organizaciones o inversores diluyen el impacto potencial de un mal rendimiento en un área específica.
Por ejemplo, un inversor puede optar por distribuir su capital en diferentes sectores del mercado o en diferentes geografías, garantizando que una caída en uno no afecte gravemente su cartera completa.
Esta estrategia es común en los mercados financieros, pero también es aplicable en negocios donde diversificar productos, servicios o mercados puede proteger contra fluctuaciones o cambios imprevistos.
6. Estrategia de compartir el riesgo
La estrategia de compartir el riesgo consiste en distribuir la responsabilidad o potencial impacto de un riesgo entre varias partes; esta táctica es particularmente útil en proyectos de gran envergadura o en iniciativas conjuntas, donde las partes involucradas colaboran y, al mismo tiempo, comparten tanto las posibles recompensas como las amenazas.
A través de acuerdos contractuales, alianzas o consorcios, las entidades pueden diluir el efecto adverso que podría resultar si el riesgo se materializa.
Esta división colaborativa no solo reduce la carga para un solo participante, sino que también puede combinar habilidades y recursos para gestionar mejor los desafíos y capitalizar oportunidades.
7. Estrategia de optimización del riesgo
La estrategia de optimización del riesgo se centra en equilibrar el riesgo con la recompensa, reconociendo que cierta exposición al riesgo puede ser esencial para lograr los objetivos deseados. En lugar de simplemente evitar o minimizar el riesgo, esta estrategia busca una gestión que maximice las potenciales oportunidades.
Es un enfoque dinámico que implica una constante evaluación y recalibración de la estrategia, según las circunstancias cambiantes, las organizaciones que adoptan esta estrategia entienden que la toma de riesgos controlados puede conducir a mayores beneficios, y por ello, en lugar de huir del riesgo, lo gestionan de manera que alinee la exposición con la potencial recompensa.
8. Estrategia de financiación del riesgo
La estrategia de financiación del riesgo se refiere a la preparación y asignación de recursos financieros para cubrir potenciales pérdidas derivadas de eventos adversos, esta táctica reconoce que ciertos riesgos son inevitables y que, en lugar de evitarlos o transferirlos, la organización opta por financiar sus consecuencias.
Esto se logra mediante la creación de fondos de reserva, provisiones o acumulaciones específicas en el balance de la empresa; estos fondos se establecen para asegurar la capacidad de la entidad de absorber impactos financieros sin perturbar sus operaciones regulares.
9. Estrategia de retención de riesgo
La estrategia de retención del riesgo implica que una organización decide conscientemente asumir un riesgo específico en lugar de transferirlo o evitarlo, esta decisión se toma cuando se considera que los costos asociados con la transferencia o mitigación del riesgo superan los posibles beneficios.
Al retener el riesgo, la organización es plenamente consciente de las posibles consecuencias y está preparada para enfrentarlas, esto podría implicar la creación de reservas financieras para abordar pérdidas potenciales o la implementación de protocolos de respuesta rápida ante eventos adversos. Aunque esta estrategia asume una mayor responsabilidad, puede resultar más rentable a largo plazo si se gestiona adecuadamente.