Una vez seleccionada la idea óptima, se analiza con detenimiento los cinco componentes básicos que es preciso contemplar en la transformación de la idea básica en una actividad empresarial:
- El producto o servicio: Qué se hace
- El mercado: Para quién se hace y cómo se vende
- El proceso productivo: Cómo se hace y cuánto cuesta hacerlo
- El equipo humano: Quiénes ponen el proyecto en marcha
- La financiación: Cómo se adquieren los medios necesarios
Buscando un símil, puede considerarse que una nueva actividad empresarial se asemeja a una mesa, con sus cuatro patas (producto, mercado, financiación y proceso) y el tablero superior (las personas que organizan y coordinan y generan valor añadido). Todos los elementos son necesarios para conformar un conjunto, bien sea una mesa o una actividad empresarial. Pero continuando con el símil, resulta sencillo imaginar lo que ocurre con una mesa a la que le faltan dos patas, así como lo que sucede en ausencia de uno o varios elementos del conjunto. Exceptuando quizás el supuesto de ausencia de una de las patas, de manera temporal y hasta su inmediata reposición, cualquier otra posibilidad parcial de configuración del conjunto está condenada al fracaso. Ciertamente, es muy difícil conseguir en una actividad empresarial el equilibrio perfecto que esperamos de una mesa, por los numerosos factores externos y cambiantes que actúan sobre sus elementos básicos pero se trata de, huyendo de la perfección, evitar la defunción del proyecto y conseguir un equilibrio estable aunque sea imperfecto. Las correcciones o mejoras puntuales de elementos pueden efectuarse con posterioridad, buscando el equilibrio perfecto, pero la ausencia de cualquier elemento, provoca el cierre empresarial a corto plazo y debe ser motivo de abandono de nuestro proyecto de futuro. Aunque a efectos de exposición han de tratarse de manera independiente los elementos básicos de un proyecto empresarial, debe tenerse en cuenta la interrelación existente entre ellos, ya que las modificaciones previstas en un elemento es seguro que afecta a la configuración definitiva de los demás. Por ejemplo, no se pueden añadir o retirar prestaciones técnicas de un producto sin analizar la receptividad del mercado a los cambios, las complicaciones que los mismos puedan generar en el proceso de producción, su influencia en el nivel de precios, las inversiones o desinversiones aconsejables, etc.