El branding emocional es el proceso a través del cual se forma una relación entre la marca y el consumidor, apelando a sus sentimientos. Esto se logra a través de la creación de contenido que afecte a las emociones, las necesidades y los deseos del público objetivo. Está demostrado que, el 80% de las veces, el usuario elige basándose en sus emociones.
Sin embargo, el proceso de conectar emocionalmente con la audiencia es complicado, porque los propios consumidores pueden no ser conscientes de sus emociones. Muchas veces, los sentimientos de los clientes no coinciden con las razones por las que toman decisiones. Además, las conexiones emocionales con los productos (o servicios) no son uniformes ni constantes: varían según la industria, la marca, el punto de contacto y las elecciones subjetivas de los potenciales clientes. Por ello, resulta vital dedicar tiempo y esfuerzo para lograr identificar las emociones de la audiencia. Tomando como referencia imágenes del branding corporativo diseñado por TanieBrand para IOV Labs, te contamos algunos detalles para que puedas darle vida a tu proyecto.
¿A qué nos referimos con emociones?
Las emociones son reacciones subjetivas que experimentamos al interactuar con el entorno. Surgen desde un impulso externo, que puede producirse a partir de espacios, recuerdos u objetos. Este impulso se combina con los estados interiores de la persona, tales como sus deseos o necesidades y, así, se producen las emociones.
Como sabemos, éstas pueden ser positivas o negativas, dependiendo del resultado de la combinación entre el impulso externo y el interno. Así, por ejemplo, un objeto de la infancia puede generarnos una sensación positiva o negativa, dependiendo de las vivencias que asociemos a él.
¿Cómo influyen las emociones en el branding?
Stefanie Ambrois, directora creativa de TanieBrand, nos explica que las sensaciones y sentimientos que genera un producto, su nombre o imagen de marca son los elementos que realmente venden. El usuario elige, la mayoría de las veces, basándose en las emociones que le provoca el producto/servicio. A la hora de escoger un producto, está demostrado que lo que se busca es la realización emocional, más allá de la satisfacción del deseo material.
Es por esto que el branding emocional concentra sus esfuerzos en conectar con las personas y, para lograrlo, prioriza la experiencia del usuario. Es decir, busca que el producto o servicio que ofrezca, haga sentir bien al cliente. Además, se intenta que las personas, una vez que se hayan acercado al producto, puedan reforzar la marca recomendándola. Ya que el famoso “de boca en boca” es mucho más fuerte que cualquier campaña. Esto sucede porque las personas confían más en otros usuarios que en lo que pueda decir una empresa sobre sí misma.
Motivadores emocionales
Para definir las emociones de los clientes y poder conectarse con ellas, es necesario analizar cuáles son los principales sentimientos que motivan a la audiencia de una marca. Por ejemplo:
- “Destacarse”
- “Tener confianza en el futuro”
- “Disfrutar de una sensación de bienestar”
- “Proteger el medioambiente”
- “Trascender”
- “Sentirse seguro”
Estos motivadores emocionales son algunos ejemplos de los sentimientos que activan la respuesta de la audiencia. Se considera que los clientes se conectan emocionalmente con una marca cuando ésta se alinea con sus motivaciones y sus deseos más profundos —la mayoría de las veces, inconscientes.
Colores: el primer acercamiento de la marca con la audiencia
Existen muchos factores a partir de los cuales se puede conectar con los clientes, pero, si lo que buscamos es generar emociones, nuestro mayor aliado serán los sentidos. Estos son los mayores estimulantes de la memoria, por eso, la mejor forma de dejar una huella en el público, será a través de ellos.
Los colores, por ejemplo, constituyen uno de los primeros acercamientos de la marca al cliente: transmiten sentimientos, generan emociones (conscientes e inconscientes), forman parte del imaginario colectivo e, incluso, dialogan con las experiencias individuales de cada sujeto.
Una investigación realizada por CCICOLOR – Institute for Color Research, refleja que los consumidores hacen un juicio inconsciente sobre una marca dentro de los 90 segundos de la visualización inicial. Y, entre el 62% y el 90% de esa opinión, está basada únicamente en el color.
Como vemos, la elección del color de una marca es un elemento fundamental que refuerza tanto su personalidad como las cualidades de los productos/servicios que ofrece. Por ello, a la hora de planear y diseñar una imagen corporativa es fundamental el momento de elegir su paleta de colores. Estos deben estar en sintonía con las emociones y valores que la marca busca transmitir.
Color y cultura
No hay que descuidar tampoco los significados atribuidos por color en cada región del planeta, ya que pueden variar mucho dependiendo del lugar en donde se utilicen.
En Occidente, por ejemplo, el color asignado al luto es el negro mientras que, en los países de Oriente, el blanco cumple dicha función. El color rojo, por otro lado, se asocia comúnmente con la suerte y la prosperidad en toda Asia y en las sociedades occidentales puede representar amor, pasión o incluso peligro.
Por eso, es importante tener en cuenta estas diferencias cuando nos dirigimos a nuestro público objetivo como parte de una estrategia de marketing. Si bien no puede afirmarse que el uso específico de un color ayudará a alcanzar el éxito, sí existen relaciones entre el color y su percepción que podemos utilizar a nuestro favor.
A la hora darle vida a la marca, será fundamental planificar todos los detalles para lograr dejar una huella en la audiencia. Elegir cuidadosamente los colores, fuentes, mensajes y la “sensación” general de la marca, es un paso que no debe subestimarse ni saltearse. Apelar a las emociones es, sin dudas, una estrategia que crea consumidores leales y perdurables en el tiempo.