El sistema financiero es un conjunto de normas que establecen la naturaleza de las operaciones permitidas a las entidades de intermediación financiera y las interrelaciones entre ellas y con el público. Su función básica consiste en las captaciones de recursos financieros y la colocación de los mismos en forma de créditos de inversión o de consumos que en términos generales sería transferir los recursos de las personas que gastan menos de lo que ganan (ahorrantes) a los que gastan mas de lo que ganan (prestatarios). Lo forman muchos tipos de instituciones financieras como los bancos, el mercado de bonos, el mercado de acciones, entre otras. Todas estas instituciones contribuyen a canalizar los recursos de los hogares que quieren ahorrar parte de su renta hacia los hogares y las empresas que quieren pedir préstamos.
Los bancos son intermediarios financieros con los que mas estamos familiarizados. Una de sus principales funciones es aceptar depósitos de personas que quieren ahorrar y utilizarlos para dar prestamos a quienes los necesiten. Los bancos pagan, a los depositantes, intereses por los depósitos y cobran un tipo de interés más alto a los prestatarios por sus créditos. La diferencia entre estos tipos de intereses (spread) cubre los costes de los bancos y genera utilidades a los dueños. Además de ser intermediarios financieros, los bancos cumplen una importante función en la economía: facilitan a las personas la compra de bienes y servicios girando cheques contra sus depósitos, de esta manera los bancos crean un activo especial que podemos utilizar como medio de cambio. Esto lo distingue de las demás instituciones financieras.
Los mercados financieros son instituciones donde las personas que quieren ahorrar pueden ofrecer sus ahorros directamente a las que necesitan pedir financiamiento. Los dos mercados financieros más importantes son el mercado de bonos y el de acciones. Cuando una empresa necesita pedir un préstamo para expandirse o para cualquier proyecto de gran envergadura, puede pedirlo directamente al público vendiendo bonos. Un bono es un certificado de deuda que especifica las obligaciones del prestatario para con el titular del bono. El bono tiene una fecha de vencimiento y un interés que se pagara periódicamente hasta esa fecha. Los compradores de bonos entregan su dinero a la entidad emitente a cambio de recibir intereses y de recuperar finalmente el monto prestado. La empresa también puede obtener fondos vendiendo acciones. Las acciones representan la propiedad en una empresa y un derecho a recibir los beneficios que esta obtenga. Las empresas emiten acciones y las venden al público, estas se negocian entre los accionistas en mercados de valores organizados, como la Bolsa de valores de Santiago. Las empresas utilizan ambos tipos de financiamiento, pero las acciones y los bonos son muy diferentes: el propietario de acciones es propietario de una parte de la empresa, el propietario de un bono de la misma empresa es un acreedor de esta. Si la empresa goza de una alta rentabilidad los accionistas disfrutan de los beneficios, mientras que los titulares de bonos sólo obtienen los intereses de sus bonos. Si la empresa atraviesa dificultades financieras, los titulares de bonos reciben lo que se les debe antes que los accionistas reciban algo. Las acciones son más riesgosas y ofrecen, potencialmente, más rendimientos que los bonos.
“Ni prestes ni pidas prestado”, aconseja Polonio a su hijo en el Hamlet de Shakespeare. Si todo el mundo siguiera este consejo, todo lo dicho sería innecesario. Pocos economistas estarían de acuerdo con Polonio. En nuestra economía, la gente pide y concede préstamos a menudo y normalmente por una buena razón. Podemos pedir un préstamo para montar nuestro propio negocio o para comprar una casa y los demás nos pueden prestar con la esperanza de que los intereses que les paguemos les permitan disfrutar de una situación económica más próspera.