Poca gente en el mundo es capaz de comprender el avance que supuso el hecho de entender que la división del trabajo y la especialización permitía un mayor crecimiento en todos los ámbitos, incluidos la ciencia y la técnica.
En este artículo, queremos hacer un pequeño homenaje a ese gran descubrimiento explicando qué es y por qué es importante la división del trabajo y la especialización.
¿En qué se basa la división del trabajo?
La división del trabajo no es algo que se “inventara” con la revolución industrial, ya que desde la prehistoria el ser humano ha simplificado sus tareas e, incluso, en el reino animal puede verse esta capacidad para dividir a la población en virtud del trabajo que se realiza.
Sin embargo, en la revolución industrial la división del trabajo y la especialización se exacerbó, gracias a Frederick W. Taylor y Henry Ford, quienes sentaron, en gran medida, las bases de esta forma de trabajar, cuyo objetivo era aumentar la eficiencia y la productividad en los procesos productivos.
Fundamentalmente, la división del trabajo se basa en la especialización de un obrero en la realización de un mismo trabajo, en lugar de llevar a cabo todas las fases del proceso productivo, lo cual tiene numerosas ventajas (y algunas desventajas). Con ello, el resultado final es más barato, de mayor calidad, y se produce en menos tiempo.
Ventajas de la división del trabajo
Las ventajas de la división del trabajo son las siguientes:
- Ahorro en capital: Puesto que una persona ya no necesita desarrollar todas las fases del proceso productivo, dicha persona puede ahorrar las herramientas que no le son imprescindibles.
- Ahorro en tiempo: Al no tener que cambiar de lugar de trabajo o de herramienta, el tiempo para realizar dicha función es menor.
- Menor tasa de error: En base a la repetición del mismo trabajo y a la simplificación del mismo, el error se ve reducido por la propia especialización.
- Simplificación: Puesto que el trabajo a realizar es más simple, se pueden incorporar operarios a realizarlos sin que requieran una formación tan elevada.
- Innovación: Al dividirse el trabajo, se hacen necesarias nuevas herramientas, y, además, al observarse por separados los diferentes trabajos necesarios para la producción, se puede innovar en pequeños cambios que, en suma, contribuyan a mejorar el producto final, ya sea en cuanto a calidad, costes o tiempo.
- Especialización: Al hilo del tercer punto, la simplificación y la repetición del mismo trabajo, contribuye a que el trabajador que lo realiza se especialice y el resultado, además de contener menos errores, sea sensiblemente mejor que si lo hiciera alguien que, además de dicho trabajo, debe desarrollar las otras fases del proceso de producción (mas información en la curva de aprendizaje).
Como puedes ver, la división del trabajo supone una gran cantidad de mejoras, que permite crear riqueza a un ritmo mucho mayor. Es por ello que, desde que se propusiera este método de trabajo, su uso ha crecido ininterrumpidamente, complejizándose y convirtiéndose en una de las bases del progreso tecnológico y científico del que hoy disfrutamos.